La mayoría de la gente odia su trabajo y sienten que esas 160 horas al
mes le arrebatan la vida. ¿Cambiar de empleo? Imposible, las
obligaciones siguen galopando sin piedad. Pero Jesús borra la frontera
entre lo secular y lo sagrado. A Él le importan tanto los domingos como
tus miércoles. Sobre el fregadero de la cocina, Dios cuelga un letrero:
“Aquí se hacen tareas divinas todos los días”. Tu escritorio es Su
altar. Tu trabajo puede ser adoración! El tiempo que reniegas con tus
hijos, con la tarea escolar, ¡es adoración! Vas a invitar a Jesús a
subirse a tu vida.
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lunes, 10 de diciembre de 2012
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