Cuando no le damos agua al alma, el corazón se deshidrata y nos sentimos
irritables, preocupados, ansiosos, sin esperanzas. Cuando nuestro
corazón está sediento, tomamos decisiones equivocadas y cometemos muchos
errores en el camino. Y la Biblia narra que el Mesías, al ver un pueblo
sediento en la fiesta del tabernáculo alzó la voz y dijo ‘Si alguno
tiene sed ¡venga a Mí y beba!’ Pero… ¿Dónde podemos encontrar agua para
el alma?
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miércoles, 12 de diciembre de 2012
Corazones sedientos – Parte I
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