El Señor siempre trató de evitar las multitudes. Él anduvo con algunos
pocos tipos, curó a un par de leprosos y a uno o dos paralíticos y a un
tipo ciego. Hizo algo de vino, ayudó a tres o cuatro mujeres, resucitó a
uno o dos muertos, calmó a uno o dos locos, hizo una escena en el
templo, dijo algunas cosas sorprendentes y luego desapareció. ¿Qué
hubiese hecho de haberse quedado cuarenta años y con esta tecnología?
Cuando la historia se escribe con detalles pequeños.
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lunes, 10 de diciembre de 2012
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