En cierta ocasión alguien le dijo a un Rey de Israel: Dios está contigo
porque estás en los montes, pero si bajas al sitio más bajo, al valle,
Dios te abandonará. Y Dios dijo ‘¡No! Yo también te daré la victoria,
aun cuando creas que no tienes nada’. Bienaventurado aquel que puede
atravesar un valle de lágrimas y cuando está en el valle del dolor -en
ese momento cuando uno se pregunta tantas cosas y hay tan pocas
respuestas de parte de Dios- aun así puede transformar el valle en
bendición y de ese dolor puede aprender algo. Y es que cuando Dios te
pone en medio de un valle de huesos secos, es porque hay un propósito.
Nunca maldigas el lugar donde Dios...
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viernes, 14 de diciembre de 2012
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