Hay gente tan agotada que colapsa justo antes de la última batalla.
Meses atrás marchabas resuelto…hoy la fatiga te consume. No puedes
juntar fuerzas ni para salvar a tu propia sangre…por eso ya no
evangelizas ni a tu familia. El desaliento de las continuas derrotas,
un divorcio, un pecado o un hábito te pueden dejar a la orilla del
arroyo que debías cruzar. Pero… ¿me creerías si te digo que aún si
abandonas esta última misión seguirás siendo un soldado? Una revelación
sorprendente: los que tenemos fuerzas y los que estamos agotados, ¡ambos
fuimos soldados!
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http://depositfiles.com/files/tyiy508f5
lunes, 10 de diciembre de 2012
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